viernes, 31 de diciembre de 2010

AÑO VIEJO

Trescientos sesenta y cinco días 
asesinados oficialmente a las doce de la noche. 

 Pero se han ido muriendo 
de inanición, desgana y desaliento, 
hora a hora, instante a instante. 

Pero se han muerto lentamente 
famélicos y enfermos, o en bruscos atentados, 
víctimas de sus propios sueños, las guerras y el miedo, 
devorados por la tierra que de repente 
abrió sus fauces y no pudo recoger más llanto caído de los cielos. 

Pero han ido quebrándose paso a paso, 
rompiéndose en pedazos que recogen y mezclan 
-aún el año está en capilla- periodistas 
y amigos de frías estadísticas, 
recogen y maquillan políticos sin norte, 
los dueños de las cosas. 

 Y hay muertos para todos, 
de días felices, desgraciados, 
que por fin enterramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario