sábado, 22 de junio de 2013

PALABRAS EN LA ARCILLA




Para el poeta la muerte es la victoria;
                                                    LUIS CERNUDA        

Ahora que la vida es como un fardo,
un peso que arrastramos resignados,
batalla tras batalla hacia la última
derrota que veremos con los ojos,
apretados los puños, la voz rota
y alacranes de odio en los bolsillos,
buscamos inmortales para el grito
las palabras grabadas en el tiempo,
en la arcilla durable y escondida.

Mas la noche vencida se retira,
sus pertrechos de sueños y de copas
se olvidan o se rompen con el alba
y de nuevo volvemos al trabajo
con la rutina del sueño oscilando en los goznes
cansados de los párpados, apenas
erguidos, rompiendo la claridad del aire,
vamos alegremente – alegría no siempre
significa estar alegres-, acaso cabizbajos
-una forma resignada de tristeza-,
vamos, digo, por el día asumido
como sol, como ave que ya es cielo,
ignorando el asfalto oscuramente sucio,
tiernamente sonoro, que pisamos
y la tierra que aún espera sus trofeos.
Atizamos cenizas apagadas y encendemos
un nuevo fuego donde modelar auroras,
nos sentimos ilusoriamente a salvo
cálidamente abrazados por las llamas
cotidianas, por los ecos preservados.

Cálido es el abrazo de las voces
que en la muerte encontraron su victoria
las voces que buscamos, las palabras
ondeando su estandarte, los versos
grabados como a fuego en la conciencia,
en la memoria amarga de los días,
las voces de poetas que ya han muerto
fijadas en la arcilla del poema,
las voces que sustentan esperanzas
cuando el cuerpo se abandona a la tristeza,
sangre que levanta nuestra sangre
para vivir oscuros y soñando
que todo lo que somos vale un verso.

Bebemos en el cuenco de sus trovas
que el tiempo ha endurecido con su llama,
doblamos sus palabras, las llevamos
instaladas blandamente en los bolsillos
donde guardamos intacta la ilusión
y así vamos haciendo llevaderos
el trayecto que lleva al mediodía
y el descenso cruel hacia el ocaso.
 Ya sabemos, porque ellos vivieron
y  murieron por nosotros, que existir
es necesario, con todo su bagaje
de tristezas, de amores imposibles
y perdidos, con todas las batallas
no ganadas y el verso levantado.
Y vamos viviendo un día más con pasos
que no temen a la muerte, compartiendo
el pan, el vino, los besos, la alegría, el camino
y sus altas, heredadas palabras.

Las sílabas mordidas que juntamos

 serán victorioso epitafio en nuestra tumba.

Poema ganador del I Concurso Litteratura de Poesía, 2013