lunes, 11 de abril de 2022

POSESIÓN DEL FUEGO

 

                               

                                               

                                             


                                                       Al fuego se le posee

                                           con los ojos.

                                                           JOSÉ HIERRO

I

 

TODO LO QUE POSEO se incendia ante mis ojos.

Los pinos de mi infancia de resinosa tea

y el mar que me atardece en su lenta marea

arden como mis versos en tardes de rastrojos.

 

Hay un viento que aviva en mi brasero rojos

rescoldos de poemas; impregnado de brea

el aire que preciso para arder me rodea

sobre el suelo que piso de quemados abrojos.

 

Un bosque devastado cuya sangre rezumo

oculta entre las llamas frustrados aleteos

sustento de la vida que a diario consumo.

 

Voy quemando palabras, pensamientos, deseos,

que devienen cenizas bajo altares de humo,

recuerdos calcinados de imposibles trofeos.

 

 

 

II

 

LOS LABIOS DE LA TARDE, entreabiertos y leves,

y cuerpos femeninos que el aire contornea,

el mar, tan infinito, cercano en la marea

y montes que sustentan al viento con sus nieves,

 

la luz que en primavera cristaliza en las breves

metáforas de flores, la vida que blanquea

en las esquinas óseas de una olvidada aldea,

penetran en los ojos con que a mirar te atreves.

 

El sol cada mañana brillando en la espadaña,

dulce placer silente que la vida produce,

cotidiana belleza despierta y te acompaña.

 

El fuego que avivamos crepita, crece, luce

en la noche del alma y ya, en áurea maraña,

un batallón de chispas nos anima y conduce.

                           

 

 

III

 

PERO TAMBIÉN LA MUERTE nos entra por los ojos.

Las muertes más lejanas penetran en las casas

dejando en la memoria sus incendiadas brasas,

sus frías llamaradas sobre cojines rojos.

 

Pero el dolor también, surgido entre matojos

que bordean el alma, llega impregnando gasas,

se instala en las conciencias adormecidas, lasas,

que ante dioses modernos se postraron de hinojos.

 

Y la maldad se adviene, abyecta, retorcida,

consumida en si misma, a las salas del alma.

Está la puerta franca, cangrenada la herida.

 

La fealdad nos ronda con su mirada calma

de amanecer oscuro, de noche sin salida.

Y el fuego de su mano nos oculta la palma.

 

 

 

IV

 

 MEMORIA CENICIENTA o amarilla en estantes,

en el caso mejor, o un olvido rotundo

mientras miran las cosas como gira su mundo

y abren otros ojos sus fugaces instantes.

 

Palabras abrazadas, pesados contrincantes,

se  disputan a muerte este espacio profundo

sobre el blanco impoluto del papel moribundo

donde deja la vida desmantelados guantes.

 

No queda más. La llama ya tan sólo devora

estas frases que siento bajar desde mi sangre,

torrente impetuoso que llegara a deshora.

 

No queda más, es todo. Dejad que me desangre

y mirad como arde el fuego que es aurora

tendiendo entre las nubes un ahumado palangre.

 

 

 

V

 

UNA MIRADA SÓLO más allá de este fuego

con que engaño a mis ojos, una mirada pido.

Donde nadie ha mirado ni siquiera dormido.

Más allá de las llamas, aunque me quede ciego.

 

Desangelada urdimbre para un posible luego,

con remedo de luz voy forjando el olvido,

esperanza futura por vivir lo vivido,

 por yacer para siempre callado entre el espliego.

 

O Dios, o fuego, o verso, ferviente llamarada

que iluminas de antiguo el camino que andamos,

déjame conocerte con sólo una mirada.

 

Déjame la palabra de luminosos ramos

ardiendo entre los dedos, como una cuchillada

apenas entrevista del fuego que anhelamos.

 

 Trabajo galardonado con el tercer premio III Certamen de Poesía Antonia Pérez Alegre Viladecans (Barcelona), 2006. Editado en Antología del Certamen (2007) y en Orento (2015)

 

domingo, 27 de marzo de 2022

LUGARES DE PASO

 


A Ángel Cazorla Olmo, hombre, poeta, amigo.

 

 

1

(Santa Cruz de Marchena)

 

La patria de la infancia tiene un río

donde el agua se muere y nacen versos.

Amparan sus riberas universos

que devienen después en hielo frío.

 

El lugar de la infancia, escalofrío

de espejo sin azogue en el reverso,

es la tierra y el pan, un cielo adverso

que va forjando al hombre y su albedrío.

 

El lugar de la infancia es sementera

para sembrar de poemas los abrojos

y buscar el futuro en el ayer.

 

La patria de la infancia nos espera

con un temblor de sueños en los ojos

y nunca la encontramos al volver.



2

(Lovaina)

 

De todas las partidas, la más dura

es aquella teñida de añoranza,

abierto el corazón en la esperanza

de la vuelta soñada e insegura.

 

Esta tierra de frío  y luz oscura,

que recibe y se ofrece en confianza

a quien huye del hambre y la venganza,

deja un poso de amor y de cultura

 

cuando al fin se retorna al viejo idioma

para escribir en aire detenido

un vuelo palpitante de paloma.

 

Y vuelve el corazón agradecido

desde el viento, la luz, el denso aroma,

a aquel franco lugar donde hizo nido.

 

 

3

(Terrassa)

 

La patria de adopción tiene un lenguaje

y cabalga llanuras sin oeste

donde ganarse el pan, aunque nos cueste

más de un llanto y pagar algún peaje.

 

Aquí crecen los hijos, andamiaje

donde puso el amor su luz celeste.

Y vamos ya de vuelta del agreste

camino de la vida en vasallaje.

 

Ya se arrumban los días y son romos

los pasos, las aristas de la vida

gotearon de sangre conmovida.

 

Como dijo Machado, de aquí somos

por nacer al amor y al imposible.

Y aquí nos hallará la impredecible.

 

 

 4

(Lugares de paso)

 

Donde se abrió la luz a la existencia,

forjó la juventud su luna nueva,

la mano maduró sobre la esteva,

son lugares de amor, no hay otra ciencia.

 

Son lugares de paso, residencia

en la tierra del hombre que se eleva

hacia nubes de luz desde la gleba.

Son lugares de paso y de querencia.

 

Pues estamos de paso por la vida

dejándonos los versos por los poros,

mojados por la rima y la medida,

 

no queremos dejar falsos decoros

ni el adorno falaz en la partida,

sí la palabra afín de ocultos oros,

 

que sólo hombres somos, somos huellas

de pasos en la mar y las estrellas.




3er Premio en en III CERTAMEN DE POESÍA “POETAS DE ALMERIA”

del Centro Cultural Almeriense “FRANCISCO LÓPEZ CUADRADO”

 

 

jueves, 3 de febrero de 2022

Ángel Guinda, uno de nosotros.

 A este maño sencillo y universal, no llegué a conocerle personalmente, pero lo disfrutaba como amigo en Facebook. (Ahora lo gozo en el corazón.) Tampoco tenía un gran conocimiento de su labor. Es después de su muerte cuando más me he sumergido en sus poemas. Y estoy orgulloso de compartir espacio en el libro "uno de nosotros" que ha reunido a tantos buenos poetas, músicos, escritores y artistas en torno a la figura de Ramón García Mateos, donde nos regala a todos su poema "El insaciable".

Ángel nos dejó el pasado 29 de enero y nos espera en sus versos al tiempo que lo vamos recordando porque ha sabido sembrar sus sueños. 




MORIR

 

No hay peor muerte que morir de olvido.

Si he de morir de bala o de tristeza,

de enfermedad o de arrepentimiento,

yo quisiera más bien morir atado.

No hay mejor muerte que morir entero,

de pie, de juventud, de ataire solo.

No hay mejor muerte que morir cantando.

Morir de tanto amor, de tanto afán,

de tanto porvenir atesorado.

Morir de haber sembrado el mejor sueño.

Y tener alguien que sabrá contarlo.




El INSACIABLE

 

                                Con Ramón García Mateos

 

Después de haber vivido tanto tiempo

me quedan ganas de vivir aún más.

Que los días me cansen

y las horas me llenen de deseos.

Poder diferenciar placer y sufrimiento;

saber por qué el mar está agitado,

tibia la luz, sereno el cielo,

y el volcán ha entrado en erupción.

Después de tanto fuego, cómo voy

a poder conformarme con la nieve,

a sujetar el hielo entre mis brazos.

Todo en esta vida es vulnerable,

todo efímero, rastro, fugitivo,

y los dedos tiznados de alta noche.


(uno de nosotros, 2021)


Ángel Guinda (1948-2022)