domingo, 27 de abril de 2014

Mi contribución al V Día Internacional de Poesía en Segovia (21/03/14)

EL MAR

Hacia el Oeste está mi corazón
JOSÉ LUIS PUERTO



Yo busqué un mar donde acaso lo hubo,
en las áridas planicies desiertas de la aurora
donde un vestigio aflora de vida tan antigua
que hace triste y pequeña la soberbia del hombre.
Yo busqué un mar oteando las nubes,
velas blancas de adioses,
en las tardes tranquilas cuando el viento traía
desgajados recuerdos, olvidos primigenios.
Me supe náufrago bajo olas de lluvia
y nauta de sueños en presentidos océanos.
Espumas modeladas en arcilla,
varaderos de piedra y ocultas caracolas
decían su nostalgia al agua de los ríos.
Crecí mirando al cielo que besaba los mares
con sus labios de sol
en lejanas auroras e incendiados ocasos.
Pero no sentí en la boca el sabor de la noche,
el regusto de sal de un desierto marino,
la agria bocanada oscura de los vientos.
Ni supe de los puertos donde regresa siempre
el tiempo con sus barbas salpicadas de escamas,
ni de islas que crecen quebrando el horizonte,
ni de arenas vírgenes donde pone la tarde
su dorado rubor, ni de tumbas de agua
cuando dejan las olas un cielo de cipreses.
Y sin embargo busqué el mar.
Busqué el mar porque en mi sangre
naufragaba la vida.

DE COMO LA MELANCOLÍA SE APOSENTÓ UN OTOÑO

Era otoño y el viento levantaba
las hojas de tu falda,
en tus muslos yacían
las arenas del alba.

Era otoño y evidenciaba el cielo
el final del verano.
Sobre tus duros senos
la sombra de mis manos.

Era otoño. Caían de tan alto
los soles amarillos,
los besos requemados
con su sabor a estaño.

Era otoño. Se aromaba de olvido
el hueco de tu cuerpo,
dejaba en los rincones
la tarde su recuerdo.

Era otoño y un polvo sometido
ponía en las aceras
sus manos sin olores,
su lejana tristeza.

Era otoño. Miraba aquella luna
desnuda entre las nubes
que el viento, no mis dedos,
acariciaba lúgubre.

Era otoño. Las palabras llovían
con su lenta nostalgia.
De tan casto el ocaso
se vestía de barro.

Era otoño. Se aposentaba el frío
al fondo del armario
donde guardo la risa,
los besos, los suspiros,

los días, la ceniza,
tu morena fragancia.
Es invierno y emana
de mis dedos un cierto olor a humo.