sábado, 20 de junio de 2020

JRJ, antolojía jeneral de un jinete sobre el algodón de la nostaljia

 

 De Juan Ramón, creo haberlo dicho, tuve noticia por Platero y algunos capítulos de esta elejía andaluza desperdigados por los libros de texto. Conservo una edición de Losada en reimpresión de 1952 con ilustraciones de Attilio Rossi, regalo de mi herma, y otra posterior que usó alguno de mis hijos.  Nueva antolojía poética, del 74, también de Losada, fue de los primeros libros que adquirí para embeleso del joven poeta rendido a la musicalidad de los versos del de Moguer, sobre todo los de su primera etapa que leía una y otra vez, pasando de puntillas por los escritos en su exilio americano. A Juan Ramón Jiménez le concedieron el Nobel en 1956, año en que en España nacíamos la televisión y yo.

De su ingente obra poética dejo aquí cuatro pinceladas:


ADOLESCENCIA

En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.-
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.-

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos

(Primeras poesías, 1898-1902)

 

 

MANOS

¡Ay, tus manos cargadas de rosas! Son más puras
tus manos que las rosas. Y entre las hojas blancas
surgen lo mismo que pedazos de luceros,
que alas de mariposas albas, que sedas cándidas.

¿Se te cayeron de la luna? ¿Juguetearon
en una primavera celeste? ¿Son de alma?
...Tienen esplendor vago de lirios de otro mundo;
deslumbran lo que sueñan, refrescan lo que cantan.

Mi frente se serena, como un cielo de tarde,
cuando tú con tus manos entre sus nubes andas;
si las beso, la púrpura de brasa de mi boca
empalidece de su blancor de piedra de agua.

¡Tus manos entre sueños! Atraviesan, palomas
de fuego blanco, por mis pesadillas malas,
y, a la aurora me abren, como son luz de ti,
la claridad suave de oriente de plata.

          (Laberinto, 1910-1911) 




                  OCTUBRE


Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.

Lento, el arado, paralelamente,
abría el haza oscura y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.

Pensé arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,

a ver si con partirlo y con sembrarlo
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.

             (Sonetos espirituales, 1914-1915)

 

 ¡INTELIJENCIA, dame

el nombre exacto de las cosas!
…Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
 

(Eternidades, 1916-1917)






 


jueves, 11 de junio de 2020

ESPAÑA VUELTA Y VUELTA


Yo hice el mundo en mi lengua castellana

DÁMASO ALONSO

                  

Vuelta y vuelta ofrezco España dorada en la parrilla de sol mediterráneo,

asada a fuego lento de siglos y culturas,

manjar heterodoxo gratinado en hornos de la más estricta ortodoxia.

Si Dámaso hizo el mundo en su lengua castellana,

hago yo Españas en fogones heredados con duelos y quebrantos,

en sartenes que dan ritmo a las canciones antiguas de mi tierra,

con guisados y arroces que ponen en su punto el habla singular

de gentes diferentes, pueblos y comarcas, regiones y países masticando en común,

en brasas ancestrales guardianas del saber más innato y remoto,

con la alegría del vino que corre por riberas, laderas y secanos,

en las arrugadas cenizas del Teide y el cóctel tramontano del mar y la montaña,

con el oro milenario de los olivos y el blanco aroma de las naranjas,

en el fin de la tierra y los montes que extienden su mirada impoluta,

con asados castellanos y migas manchegamente humildes,

en ollas y paellas que antes fueron cóncavas piedras gritándole a la noche,

con caldos y potajes, jamones y tasajo rebanados por Sanchos y por Fierros,

en planchas y encimeras que hunden sus raíces en antiguas cocinas,

con marisco del norte, anchoas y sardinas y ese pescadito frito de las playas del sur,

en fondas y mesones vestidos de diario,

con palabras escabechadas, ahumadas, curadas en la sierra,

recogidas en redes del agua que nos lleva,

en maizales, macondos, manglares y comalas,

con la salsa de América, su llanura infinita y su espina dorsal,

en los mares de plata y las islas más negras,

con patatas, tomates, aguacates y piñas, mangos y bananas, un habano y café,

en cenáculos, paraninfos y plazas, restaurantes al fin de los cuerpos y el alma,

con la sal del idioma y variadas especias que atesoran los libros

en la alacena inmensa que alberga lo español.


Vuelta y vuelta, las Españas, mi España, sobremesa, la siesta…

Y que el sueño repare la mala digestión.



jueves, 4 de junio de 2020

EL ÚLTIMO NAVÍO (tres poemas a Antonio Machado)


 EL ÚLTIMO NAVÍO

Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar

ANTONIO MACHADO

 

Partirá el último navío

y habrá un llanto de olas

y gemir de caracolas

y los pañuelos de espuma dirán su adiós eterno y mío.

 

Partirá la nave sin rumbo alguno

y los marinos sangrarán corales

y les ofrecerá un lecho de algas con huríes abisales

Neptuno.

 

Habrá un canto de sirena

embriagador y metálico, dulce y duro,

tendrán las aguas su azul más puro

y el atolón nimbará del marino la altivez morena.

 

Y sabrán de La Atlántida el secreto

y el mundo del silencio les dirá al oído

los suspiros del mar cuando está dormido

y descubrirán porque aceptaron de las aguas el reto.

 

Tú partiste herido y solo, casi desnudo,

como tantos otros por el tormentoso acantilado hispano.

Mas la vida sigue y al arcano

mar donde moráis sin miedo acudo.

 De “Las manos en el río”


ANTONIO MACHADO

 

¡El muro blanco y el ciprés erguido!

Y Leonor dormida junto al Duero,

y tú, en otro suelo cobijado,

y yo, en otro tiempo y otra tierra.

 

Andaluz de Castilla pura y fría,

filósofo del pueblo, caminante,

poeta de mi lengua desatada,

voy a soñar contigo un sueño eterno.

 

A la sombra de un olmo ya imposible,

una lánguida tarde cenicienta

me puse a meditar con tus palabras.

 

El tiempo me clavaba su aguijón

tendido junto al mar que surcan naves.

Y dormida, de mar a mar, España.

 De “Poemas para barcos de papel. Homenaje”



Heme aquí ya profesor

       Antonio Machado

Ardua labor enseñar

a vivir cuando la vida

se resiste a ser vivida

ya en los confines del mar,

navegar cuando la nave

desarbolada se sabe.

Lengua viva de las olas

para enseñar tempestades,

caminos que son verdades,

polvorientas barcarolas.


De "Décimas de fiebre", inédito



ANTONIO MACHADO, andaluz de Castilla


Campos de Castilla fue uno de los tres primeros libros de poemas que compré o me compraron. Los poemas de Antonio Machado calaron en la tierra labrada de donde brotaría mi cosecha lírica. Castilla era un tema recurrente en los círculos vallisoletanos de entonces y la Castilla machadiana, quizás porque el Duero y la carretera acercaban las estampas de Soria hasta los pinos y las eras de mi infancia, me llegaba muy adentro. Años más tarde adquiriría las Poesías completas de la colección Austral. 
Dicen que la de Machado es una de las más claras influencias de la poesía que he escrito y publicado. Verdaderamente mi afinidad con el sevillano ha sido grande, reconozco su magisterio y su ascendiente sobre mí. Los primeros versos que escribí tomaron la forma de sus Provervios y cantares, aunque la Castilla que canté después difiere mucho de la suya, quizás porque Soria y Segovia también son distintas a Valladolid. Pero, ya digo, no voy a negar su ascendencia y mi devoción. 
Por ello es el primer poeta que traigo a esta sección recién inaugurada.    
Cualquier poema de Antonio es sobradamente conocido a poco que uno se interese por la poesía, lo cual  también representa un escollo a la hora de elegir, aunque nunca está de más releer a los clásicos. Finalmente me decido por Inventario galante y el segundo de los sonetos a Guiomar.   



INVENTARIO GALANTE

Tus ojos me recuerdan
las noches de verano
negras noches sin luna,
orilla al mar salado,
y el chispear de estrellas
del cielo negro y bajo.
Tus ojos me recuerdan
las noches de verano.
Y tu morena carne,
los trigos requemados,
y el suspirar de fuego
de los maduros campos.

Tu hermana es clara y débil
como los juncos lánguidos,
como los sauces tristes,
como los linos glaucos.
Tu hermana es un lucero
en el azul lejano...
Y es alba y aura fría
sobre los pobres álamos
que en las orillas tiemblan
del río humilde y manso.
Tu hermana es un lucero
en el azul lejano.

De tu morena gracia,
de tu soñar gitano,
de tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Me embriagaré una noche
de cielo negro y bajo,
para cantar contigo,
orilla al mar salado,
una canción que deje
cenizas en los labios...
De tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.

Para tu linda hermana
arrancaré los ramos
de florecillas nuevas
a los almendros blancos,
en un tranquilo y triste
alborear de marzo.
Los regaré con agua
de los arroyos claros,
los ataré con verdes
junquillos del remanso...
Para tu linda hermana
yo haré un ramito blanco.

(Soledades)

Paco Ibáñez le puso música. Escúchalo.

Estatua de Antonio Machado en Segovia
(de mi cosecha)


De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,

miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.

La guerra dio al amor el tajo fuerte.
Y es la total angustia de la muerte,
con la sombra iracunda de tu llama

y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío. 

(Nuevas canciones)

En el otoño de 2019, en Madrid, el buen amigo, periodista y escritor  Félix Maraña me presentó a la nieta de Pilar de Valderrama y al darle la mano sentí la mano de Antonio en el corazón.



miércoles, 3 de junio de 2020

LOS POETAS

Inicialmente este blog, escaparate más que bitácora, iba a albergar una muestra de mis trabajos publicados o a la espera de serlo, definitivamente acabados, incluso premiados. Más, con intención de dedicarle mayor atención y tiempo, me decido a incluir poemas de otros autores, poesía ajena de poetas que, de una manera u otra han ido llegando a mi ribera.
Serán poetas amigos, conocidos sobre todo en los últimos 15 años, personalmente o a través de  la red.  A algunos ya los he incluido en Poesia a trenc d'alba, el grupo de Sabadell del que soy socio fundador y que viene desarrollando una meritoria e intensa labor cultural en la comarca del Vallès. Habrá poetas consagrados que han influido en mi escritura o, sencillamente, su lectura me resulta particularmente interesanrte. En algunos casos tomaré como referencia la obra publicada que poseo de ellos. Procuraré hacer una breve reseña biobibliográfica o anecdótica explicando o no el porqué de su elección. Naturalmente varios repetirán entrada.
Mis primeras lecturas de poemas se remontan a la enciclopedia, ahora dudo si Álvarez o Bruño, de mi hermana. Aunque era más aficionado a la historia sagrada y a la historia oficial del régimen, incluso a las decripciones de geografía y a las vidas de los escritores y otros personajes bendecidos por la censura que a la obra en verso. Posteriormente en los libros de texto de primero de bachiller leí, que recuerde, varios episodios de Platero y yo, el Recuerdo infantil de Don Antonio y alguna canción de Federico. Tampoco había mucho más donde rascar. Ya enfrascado en unos estudios tan alejados de las humanidades como era la formación profesional en la rama del metal, curiosamente me fui aficcionando más al verso. Si, a los 10 u 11 años, en el colegio bilbaíno y frailuno donde el hermano reclutador y una beca me habían instalado, memoricé y recité ante una nutrida concurrencia el romance de la derrota de Don Rodrigo recibiendo entre aplausos una estampa milagrosa de no sé que virgen o santo, con 14 me aprendí de corrido la canción del pirata del amigo Espronceda, las encinas de Don Antonio y la ínclita marcha triunfal de Rubén, entre otras composiciones  que figuraban en los libros de texto de literatura y que ahora no me vienen a las mientes, quizás  porque estas tres iban a ser algo así como mi padrenuestro lírico y reminiscente. En este otro colegio de nombre altisonante, Cristo rey, vallisoletano y regido por jesuítas frecuenté al menor de los Machado y a Juan Ramón, a Lorca y Aleixandre, también a Miguel Hernández, descubrí las publicaciones de Zero/Zyx y escribí mis primeros poemas. Llegué después a las dominicales mañanas de la biblioteca de la casa de Cervantes donde acudía a escuchar poesía cuando me  era posible y donde recité por primera vez, ante un entendido senado que vaticinó que había poeta, mis poemas. Tenia 18 o 19 años y el verso que aún está por escribir ya me rondaba la frente de laurel. Mi biblioteca iba  creciendo poco a poco y mis lecturas y nómina de poetas se iban ampliando. Intenté publicar mi primer libro y decidí, que sin descartar la prosa, caminaría por la vereda lírica de la vida.
Pues bien a los poetas de estos primeros años y a los que he ido descubriendo y conociendo a salto de mata tiempo después, traeré hasta este recinto de vez en cuando en una selección personal exenta de doctrinas, academicismos e ideologías. Tan sólo afinidades literarias o circunstancias de vida serán criterio o principio de la selección, teniendo en cuenta mi formación autodidacta e ignorancia en muchos aspectos de la historia de la literatura fuera de nuestras fronteras e incluso dentro de casa.
Dicho queda.