jueves, 11 de junio de 2020

ESPAÑA VUELTA Y VUELTA


Yo hice el mundo en mi lengua castellana

DÁMASO ALONSO

                  

Vuelta y vuelta ofrezco España dorada en la parrilla de sol mediterráneo,

asada a fuego lento de siglos y culturas,

manjar heterodoxo gratinado en hornos de la más estricta ortodoxia.

Si Dámaso hizo el mundo en su lengua castellana,

hago yo Españas en fogones heredados con duelos y quebrantos,

en sartenes que dan ritmo a las canciones antiguas de mi tierra,

con guisados y arroces que ponen en su punto el habla singular

de gentes diferentes, pueblos y comarcas, regiones y países masticando en común,

en brasas ancestrales guardianas del saber más innato y remoto,

con la alegría del vino que corre por riberas, laderas y secanos,

en las arrugadas cenizas del Teide y el cóctel tramontano del mar y la montaña,

con el oro milenario de los olivos y el blanco aroma de las naranjas,

en el fin de la tierra y los montes que extienden su mirada impoluta,

con asados castellanos y migas manchegamente humildes,

en ollas y paellas que antes fueron cóncavas piedras gritándole a la noche,

con caldos y potajes, jamones y tasajo rebanados por Sanchos y por Fierros,

en planchas y encimeras que hunden sus raíces en antiguas cocinas,

con marisco del norte, anchoas y sardinas y ese pescadito frito de las playas del sur,

en fondas y mesones vestidos de diario,

con palabras escabechadas, ahumadas, curadas en la sierra,

recogidas en redes del agua que nos lleva,

en maizales, macondos, manglares y comalas,

con la salsa de América, su llanura infinita y su espina dorsal,

en los mares de plata y las islas más negras,

con patatas, tomates, aguacates y piñas, mangos y bananas, un habano y café,

en cenáculos, paraninfos y plazas, restaurantes al fin de los cuerpos y el alma,

con la sal del idioma y variadas especias que atesoran los libros

en la alacena inmensa que alberga lo español.


Vuelta y vuelta, las Españas, mi España, sobremesa, la siesta…

Y que el sueño repare la mala digestión.



4 comentarios:

  1. Una maravilla de poema, que debería imprimirse en todos los futuros libros de cocina.
    Un abrazo.

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    1. Aunque normalmente no aparece en mi poesía, la gastronomía y concretamente la cocina de andar por casa es una de mis debilidades.
      Un abrazo, Juan.

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  2. Una amalgama de gentes dialectos y sabores. Una España aliñada. ¡Para comersela!

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    1. Gracias, Auri, nuestra cocina, y nuestra poesía, gozan de muy buena salud. Hay jóvenes chefs con plumas de quetzal, removiendo cacerolas, ya sabes.

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