Yo
hice el mundo en mi lengua castellana
DÁMASO
ALONSO
Vuelta y vuelta ofrezco España dorada en
la parrilla de sol mediterráneo,
asada a fuego lento de siglos y culturas,
manjar heterodoxo gratinado en hornos de
la más estricta ortodoxia.
Si Dámaso hizo el mundo en su lengua
castellana,
hago yo Españas en fogones heredados con
duelos y quebrantos,
en sartenes que dan ritmo a las canciones
antiguas de mi tierra,
con guisados y arroces que ponen en su
punto el habla singular
de gentes diferentes, pueblos y comarcas,
regiones y países masticando en común,
en brasas ancestrales guardianas del saber
más innato y remoto,
con la alegría del vino que corre por
riberas, laderas y secanos,
en las arrugadas cenizas del Teide y el
cóctel tramontano del mar y la montaña,
con el oro milenario de los olivos y el
blanco aroma de las naranjas,
en el fin de la tierra y los montes que
extienden su mirada impoluta,
con asados castellanos y migas
manchegamente humildes,
en ollas y paellas que antes fueron
cóncavas piedras gritándole a la noche,
con caldos y potajes, jamones y tasajo
rebanados por Sanchos y por Fierros,
en planchas y encimeras que hunden sus
raíces en antiguas cocinas,
con marisco del norte, anchoas y sardinas
y ese pescadito frito de las playas del sur,
en fondas y mesones vestidos de diario,
con palabras escabechadas, ahumadas,
curadas en la sierra,
recogidas en redes del agua que nos lleva,
en maizales, macondos, manglares y
comalas,
con la salsa de América, su llanura
infinita y su espina dorsal,
en los mares de plata y las islas más
negras,
con patatas, tomates, aguacates y piñas,
mangos y bananas, un habano y café,
en cenáculos, paraninfos y plazas,
restaurantes al fin de los cuerpos y el alma,
con la sal del idioma y variadas especias
que atesoran los libros
en la alacena inmensa que alberga lo español.
Vuelta y vuelta, las Españas, mi España,
sobremesa, la siesta…
Y que el sueño repare la mala digestión.
Una maravilla de poema, que debería imprimirse en todos los futuros libros de cocina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque normalmente no aparece en mi poesía, la gastronomía y concretamente la cocina de andar por casa es una de mis debilidades.
EliminarUn abrazo, Juan.
Una amalgama de gentes dialectos y sabores. Una España aliñada. ¡Para comersela!
ResponderEliminarGracias, Auri, nuestra cocina, y nuestra poesía, gozan de muy buena salud. Hay jóvenes chefs con plumas de quetzal, removiendo cacerolas, ya sabes.
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