Para el poeta la muerte es la victoria;
LUIS CERNUDA
Ahora que la vida es como un
fardo,
un peso que arrastramos
resignados,
batalla tras batalla hacia la
última
derrota que veremos con los
ojos,
apretados los puños, la voz
rota
y alacranes de odio en los
bolsillos,
buscamos inmortales para el
grito
las palabras grabadas en el
tiempo,
en la arcilla durable y
escondida.
Mas la noche vencida se retira,
sus pertrechos de sueños y de
copas
se olvidan o se rompen con el
alba
y de nuevo volvemos al trabajo
con la rutina del sueño
oscilando en los goznes
cansados de los párpados,
apenas
erguidos, rompiendo la claridad
del aire,
vamos alegremente – alegría no
siempre
significa estar alegres-, acaso
cabizbajos
-una forma resignada de
tristeza-,
vamos, digo, por el día asumido
como sol, como ave que ya es
cielo,
ignorando el asfalto oscuramente
sucio,
tiernamente sonoro, que pisamos
y la tierra que aún espera sus
trofeos.
Atizamos cenizas apagadas y
encendemos
un nuevo fuego donde modelar
auroras,
nos sentimos ilusoriamente a
salvo
cálidamente abrazados por las
llamas
cotidianas, por los ecos
preservados.
Cálido es el abrazo de las
voces
que en la muerte encontraron su
victoria
las voces que buscamos, las
palabras
ondeando su estandarte, los
versos
grabados como a fuego en la
conciencia,
en la memoria amarga de los
días,
las voces de poetas que ya han
muerto
fijadas en la arcilla del
poema,
las voces que sustentan
esperanzas
cuando el cuerpo se abandona a
la tristeza,
sangre que levanta nuestra
sangre
para vivir oscuros y soñando
que todo lo que somos vale un
verso.
Bebemos en el cuenco de sus trovas
que el tiempo ha endurecido con
su llama,
doblamos sus palabras, las
llevamos
instaladas blandamente en los
bolsillos
donde guardamos intacta la
ilusión
y así vamos haciendo llevaderos
el trayecto que lleva al
mediodía
y el descenso cruel hacia el
ocaso.
Ya sabemos, porque ellos vivieron
y murieron por nosotros, que existir
es necesario, con todo su
bagaje
de tristezas, de amores
imposibles
y perdidos, con todas las
batallas
no ganadas y el verso
levantado.
Y vamos viviendo un día más con
pasos
que no temen a la muerte,
compartiendo
el pan, el vino, los besos, la
alegría, el camino
y sus altas, heredadas palabras.
Las sílabas mordidas que
juntamos
serán victorioso epitafio en nuestra tumba.
Poema ganador del I Concurso Litteratura de Poesía, 2013
Todo lo que somos vale un verso y un puñado de versos como estos tuyos, tienen el valor de unos sentimientos que nos enseñan a la necesidad de la palabra y la vivencia de los sueños.
ResponderEliminarEnhorabuena por el premio.
Un abrazo.
Gracias, Juan.
EliminarY quizá repitamos eternamente o nunca, siempre a voluntad, el verso en otro lugar, espacio o tiempo.
ResponderEliminarLa vida, la muerte, la existencia, la nada Es, y lo es mágica.
Un poema maravilloso y digno ganador del premio, me ha hecho pensar para añadir la parte mía de hombre caliente y soñador a la manera espiritual, loca, pero también hay un lugar o una quimera donde habita el loco, sin duda.
Un saludo y enhorabuena.
Vicent