martes, 19 de septiembre de 2017

ANIVERSARIO









Este septiembre que me vio nacer -el verano
agoniza y un aplauso de pámpanos celebra la cosecha
inminente- tiene un fulgor de sangre en la mirada

y un deje de tristeza cuando todo comienza,
tiene las manos rojas y las hojas a punto
de emprender ese vuelo que deja a tantos árboles
desnudos y temblando entre la niebla, fantasmas
de sí mismos, del tiempo y de la nada,
tiene un pesado arrebol en la mirada, los párpados
se sienten ya vencidos y le dan
a la noche minutos más de vida
para agitar los sueños y las luces que el agua
esparce por los charcos de la ciudad dormida.
Este septiembre, virgen de los calendarios,
pone su mano amiga en mis hombros cansados
y, como beso de Judas, me liba la mejilla
con sus labios frutales, su cosecha de muerte,
me viste de amarillo tantos días felices
y pone un nuevo otoño en el pelo que cubre
mi corazón en círculos como años talados.
Este septiembre adensa el velo de mis ojos
y pone en sus cristales como tapiz de amores,
de dolor, de esperanza, los versos
que no he escrito pero que siento míos,
la cosecha granada, la futura promesa,
las voces siempre amigas, su recuerdo, su apoyo,
el cariño sincero, familiar y cercano.
Este septiembre amigo me dice, la tarde
está cayendo, que ser hombre
aún es necesario, me impele a levantarme
al despuntar el alba, poner el pie en el suelo
y ver pasar la muerte, y ver pasar la vida
que descorcha botellas de sol cada mañana.


 17 de septiembre

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