domingo, 4 de diciembre de 2011

TIEMPO DE SOL Y DE CEREZAS







No tornarán las aldabas de tu pelo

a repicar en la puerta de la tarde

ni copiarán los labios de las fuentes

la onda cristalina de tus besos.

Los ojos que reían se secaron

y el río ya conoce su final.



No mirarás la frente de la luna

que engaña cada noche con robado

fulgor a las parejas y a los niños

ni volverán tus pasos a sonar

en la estancia que muda se recoge

en el solar oscuro del olvido.



No volverán las nubes a pintar

caballos galopando hacia el ocaso

por tus ojos inmensos y oceánicos,

no volverán las palabras a ser niñas

ni tus senos en flor a descubrir

el tacto de la lluvia estremecida,

no volverán los trenes que reían

en andenes de nieve y de carbón

a transportar su carga de ilusiones

ni agitarán tus manos tibias brasas

en el hogar marchito donde duerme,

vuelto ya luna, el sol de las cerezas.



Se amontonan, monótonos, los días;

de descansar cansadas son las noches

un armazón de sombras y recuerdos;

orla de telarañas los rincones

el tiempo lentamente detenido

como convoy de nostalgias, como un aire

lamiendo largamente las esquinas.



Y el amor que fue fuego, que gritaba,

que fue nieve cuajando despaciosa,

que fue piel de luz, perfil del viento

ha aprendido a callar entre las sombras,

ha aprendido a llenar estos vacíos

que dejan los cadáveres de las rosas

con miradas perdidas y cenizas,

y un punto, casi ajeno, de añoranza.



Es otoño y el viento se nos lleva

las hojas de la vida. Caen nidos

para deshabitarnos más y entristecernos

tras las ramas sin luz de las ventanas.

Sólo el silencio queda, la mirada

para decir amor, el suave tacto

de tu mano cansada en mi mano

tan cansada también, pero aún oliendo

a membrillo y lavanda entre la ropa

que el corazón aún guarda como un oro

en la memoria lenta de la tarde.



No volverán…, más ya que nos importa,

si todo lo vivimos o soñamos

en la alegre mañana adolescente

donde el día forjaba sus silencios

entre el aire y la luz, y era la vida

ese tiempo de sol y de cerezas

que sin saber amar nos concedimos.


3er. Premio en el II Certamen de Poesía "Antonio Hernández Salinas", ARCA, Rubí (Barcelona)

1 comentario:

  1. Me alegra tu vuelta y máxime cuando viene acompañado tu verso con la alegría de un premio.
    Tus palabras siguen oliendo a membrillo y lavanda.
    No dejes de ofrecerlas.
    Un abrazo, poeta, amigo.

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