martes, 5 de junio de 2018

PEQUEÑAS ELEGÍAS





Se fue muriendo así, muy lentamente,
trozo a trozo, muela a muela,
cabello a cabello, materia a cada golpe,
a cada óbito más irreemplazable.
Iba guardando sus casi muertes en un primoroso féretro
elaborado con las tablas desahuciadas
de algún mueble viejo sin cajones.
Quedaron fuera los dientes de leche
que encontraron sepultura en carcomidas puertas
o en una oscura y rica cueva de ratones,
algún sueño perdido, retales de epidermis
enredados en el polvo
y las uñas que cortaba a ras de piel los lunes
cuando creía en cosas simples
como que hay dios y que las nubes
se alimentan con agua de pantanos.

Tenía un hijo que escribía versos
para no aprenderse las coplas que él sabía,
un hijo que miraba los campos de otro modo
y hablaba del mar y de las nubes
aunque no trajeran la promesa de la lluvia,
un hijo que habría de hacerle inmortal
porque cada vez que moría un trozo de sí mismo
él le dedicaba una sentida elegía.

Por eso nunca quiso morirse de repente,
de un sólo golpe, seguro y perentorio,
si no de manera lenta, inexorable.


 Con este poema he sido finalista en el V Certamen Umbral de Poesía de Valladolid..
Tras un fin de semana lleno de poesía, reencuentro con poetas conocidos y nuevas amistades; tras recorrer los lugares donde viví mi infancia y juventud, regreso con las pilas cargadas. Y gran cantidad de libros y obsequios del Ayuntamiento y otras instituciones vallisoletanas.



3 comentarios:

  1. No me extraña que hayas sido finalista. Con esa tanda de palabras bien elegidas.

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  2. Bella elegía de un hijo bien nacido. Ese hijo que habla del sol y de las nubes, bien merecería en esa tierra de su padre el mayor reconocimiento por los sentidos versos, que nacen de la sensibilidad y el corazón.
    Un abrazo.

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  3. Creo que es el poema que más me gusta de los que te he leído. Un abrazo.

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