domingo, 26 de mayo de 2019

TAL SI FUERAN ARROYOS




1

Tal si fueran arroyos de montaña
rápidos brincan versos, de tan breves
casi eternos.



2

Qué triste mi corazón calle arriba,
calle abajo del olvido.
Qué triste va mi corazón tan triste.



3               

Ya la noche vencida se retira,
sus pertrechos de sueños o de copas
se olvidan o se rompen con el alba.



4

Bienaventurado tú, desmemoriado,
feliz ya sin olvido posible.
Vivo presente sin gris
recuerdo que te posea.



5

La belleza no está sólo en las cosas,
en su interior secreto y en la cara,
en los ojos también con que se miran,
también en las palabras que las nombran.



6

Si rayas el azogue
de los espejos
dejarás al cristal
sin sus recuerdos.



7

En la tarde deshojada
qué trágico es el olvido
ahora que lo que no veo
pesa más que lo que miro.



8

Como el roble con sus soles quemados
se desnuda y se acuesta
en lo hondo del monte
también el amor oculta las cenizas
de un rescoldo otoñal.



9

Hay que ser poeta y morir en el intento
de crear el poema más hermoso y cumplido
aunque nunca entendamos quien nos dicta los versos.



10

Yo tuve un sueño y un río.
El sueño no se ha cumplido.
El río ya no es el mismo.



11

Mi corazón, caracola
de este mar bajo y salado,
mi corazón apagado,
¿quién se lo pondrá al oído?       



12

Encima de las cuartillas
y debajo de las camas
brinda el polvo sus laureles
y oculta rostros, palabras.



13

Volveremos a ser
lo que fuimos siempre:
laberinto sin salida,
territorio de ausencias,
polvo de olvido.      



14

Beberé agua de mar
hasta que mis labios
sean montañas
mínimas de sal.          



15

Como negro café
la vida
se bebe a veces
de un solo trago amargo.
A sorbos
en el mejor de los casos.



16

La rosa dice
lo que la boca no sabe, alcanza o calla.
Es el gesto, la mirada
de amor que renueva el mundo.



17

El poema que soñamos
o el otro que a la memoria
confiamos
se perdieron, se olvidaron.
En la aurora canta el gallo
y no lo oímos.



18

El olvido
para mí,
la cicuta.
Yo persigo
la orfandad
del poema
cuando escribo.



19

Deja que caiga en el cesto
de las tardes sucias el día.
Mañana lo lavará el alba,
lo centrifugará el viento,
el sol lo secará para ponértelo.



20

El toro de la tarde,
negro zaino de tiempo,
tiene sangre cuajada
en su luna de hueso.



21

De mayor seré cadáver.
A una isla desierta soledad
llevaría. Salvara, como Cocteau,
de un incendio el fuego.



22

Ahí hay dolor,
sobre las sábanas confusas,
¡ay!, del amor.



23

Que sencillo es quererte.
Que difícil a veces
decirte que te quiero.



24

De dolor retorcidas
paren las cepas
mundos redondos,
sueños de tiempo



25

Que no se calle el viento,
que se nos lleve
la palabra
lejos del labio.



26

De barro y paja
levantaremos la casa,
adobe a adobe,
lágrima a lágrima.



27

Y bajarán las lágrimas
torrenteras del rostro.
Tal si fueran arroyos remansándose en ríos.


Accésit
 20º PREMIO DE POESÍA "MEMORIAL JOSÉ LÓPEZ GARCÍA"
BARCELONA, 2019




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