domingo, 8 de marzo de 2009

DE DONDE NACE EL VIENTO

Una vaga conciencia
de siglos en mi sangre,
de olas milenarias
y vientos siderales,
de muertes y de vidas,
tengo, y de paisajes
que nunca he vislumbrado,
y una luna sin cráteres.
Yo he sido muchas veces
y vuelvo por buscarte,
porque estaba metido,
incrustado en mi carne
como cristal fulgente
el sueño de tu imagen.
Yo soy de muchas veces:
de pasadas edades
perdidas y sombrías,
de pueblos abismales,
de la noche del fuego,
de primarias deidades
que dejaron grabados
sus pasos minerales.
Y siempre te he buscado
- y he llegado a encontrarte,
difuminada siempre.
vestida de otra carne-
para vivir el tiempo
que inundaba mi sangre,
morir, nacer, buscar
tu cuerpo de esta tarde.

De donde nace el viento,
donde la noche sabe
a cristales de estrellas,
caminos siderales,
caracolas dormidas
de inexpugnables mares
venimos, verdeciendo
los más profundos valles.
Venimos de la noche,
del misterio insondable,
del sueño más recóndito,
del vientre de la madre
oscura y tenebrosa.
Mujer sobre la tarde,
¿te has parado a pensarlo?,
¿te atreves a mirarte
en el espejo negro,
ves tu esencial imagen
en tus ojos cerrados?
Amada mía, amante,
somos seres telúricos
que sobre la tierra arden.
Hay un pacto de siglos
cumplido en este instante.
Venimos de la noche,
del misterio entrañable.
Estamos en la aurora
del beso y de la sangre.
Es concreto tu cuerpo
y tu viento es palpable,
tus senos, tus caderas,
tus labios terrenales.
El mundo en ti es tangible
porque el mundo es tu carne.
Y tangible es el viento,
y tangibles las aves
que vuelan de los labios,
tangible es el carácter,
sin lugar y sin nombres,
eterno, de este instante,
es el verbo que pongo
desnudo, inquebrantable,
al hecho de querernos,
de amarnos esta tarde
con la fuerza terrena,
cósmica de la sangre,
de la lluvia y el viento
que en nuestras venas caben.

No hay comentarios:

Publicar un comentario