jueves, 3 de junio de 2021

TRISTE MAYO

 En algún tiempo escribí estos versos:

Llorará abril

y mayo

enjugará

su llanto.

Pero en estos tiempos difíciles y extraños que vivimos, mayo, como recuerda  el buen amigo y gran poeta Ramón García Mateos, nos arrebata la voz de los poetas haciendo suyos los atributos de crueldad que Eliot otrogaba al mes de abril que cría

lilas de la tierra muerta, mezclando

memoria y deseo, removiendo

turbias raíces con  lluvia de primavera.

Y es que mayo, este último mayo ha sido más propenso a dar rienda suelta al llanto que a mitigarlo.

Se nos han ido, por este orden, Jesús HilarioTundidor, José Manuel Caballero Bonald, Joaquín Benito de Lucas, Francisco Brines y Enrique Badosa. En febrero nos dejó Joan Margarit, reduciendo la nómina de poetas vivos de la llamada generación de los 50 y aledaños a la gozosa presencia de José Corredor-Matheos y Antonio Gamoneda.

De los fallecidos, tan sólo tuve ocasión de conocer a Enrique Badosa. Lo descubrí en el Ateneo de Barcelona en uno de aquellos actos del Laberinto de Ariadna que solían concluir con una cerveza y animadas tertulias en el jardín del local. Mas tarde, en la presentación de La niña de la colina de Felipe Sérvulo, tuve ocasiónde saludarlo y fotografiarme junto a él. También en una presntación, en aquella ocasión de La semilla del óxido de José Luis García Herrera, conocí a José Corredor-Matheos. Con él tuve ocasión de charlar un buen rato; ambos llegamos temprano y aproveché la coyuntura.

Quizá debiera, ahora que la producción propia anda estancada, retomar los escritos sobre mis poetas que tengo también abandonados. Será cuestión de poner manos a la obra.

Que la pena de mayo propicie el retallecer de este huerto.

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