miércoles, 17 de noviembre de 2021

Uno de nosotros

                                           

Ayer, en Cambrils, se presentó este magno volumen llamado a ser histórico por la nómina de colaboradores, muchos de indudable valía en el ámbito cultural. Esta es mi aportación:


RUMOR DE AGUA REDONDA

 

                                                                            A Ramón García Mateos

 

I

He despertado esta mañana sin la cal de los muertos en la memoria. Sin la amnesia del tiempo y la alegría de estar vivo.

He abierto un libro como se abre una herida con las primeras navajas de la brisa, he violado el recinto de las palabras y ha sangrado el mar y los volcanes han llorado ceniza nuevamente.

Ramón observa desde el territorio de la ausencia y ve más allá de los hombres, más allá de la vida, porque nos muestra su inmutable verdad  de destierro y sementera.

De una eterna voz dicen los álamos su viento y su canción en las márgenes del sendero  y los arroyos.

De ronda y madrugada, desde el abismo del cuerpo y de la luz, los versos de Ramón caen como lluvia fértil sobre la besana de la memoria.

Como el faro sin luz de la tristeza atenúan su dolor de abierto pecho poniendo morfina en el corazón de poetas y lectores, o poetas lectores, o lectores poetas.

Abro un libro como se abre el campo y se amelga un poema esparciendo la vida.

Abro la mirada al Mediterráneo y aparece un albo cerro transfigurado.

 

 II

Ahora descansa la luz, que no  se apaga, porque la noche es aún joven y conoce los versos que escriben los poetas en cantinas y sueños lúcidos.

También descansa el hombre que sabe quién es desde la aurora, descansa junto a sus poetas en connivencia nocturna para dormir de madrugada  y soñar el poema que escribió sobre el mármol veteado de alcohol.

Descansa con los suyos y escribe en silencio.

Y es que ya no escribimos en los bares. Que los bares son para otros menesteres. Es tiempo de pandemia y somos más viejos y vulnerables.

Cierto que la vida se mide por los versos dados y aún tenemos metro y labios para rato. Pero ya no escribimos en los bares. Ni asistimos a clase.

Usamos mascarilla y nos jubilamos mientras esperamos a los amigos en un alba de cerveza  y endecasílabos porque se ha de celebrar la vida.

Celebrar la vida y legar la memoria en un otoño de botillo y ribera, viejos cantares y coplas de varia intención. Celebrar la vida nueva con los amigos viejos.

Después de tanto andar, o desandar, vuelve la vida, un jardín al oeste de ebriedad y conjuro, de color y paisaje. Un liceo cerrado al oriente presiente las barbas de los héroes cruzando las miradas, cruzando por los claustros donde se abren las puertas del alba y la nueva juventud toma los remos.

Es ley de vida. De tu vida, Ramón, ahora más tuya.

Salamanca y Tarragona van de la mano. Memoria de tu ser, te brotan de los ojos y las hacemos nuestras, negro sobre blanco, para brindar en vida por la vida y su don, el recuerdo de abril y el otoño dorado.

Y que corran los versos por labios y por copas y un poema en barril.

 

III

Hay un rumor de agua persistente en la memoria. Agua que movió molino y agua sin oficio. Agua de versos, agua de amor.

Y un golpear de vidrio contra el mármol de las mesas como queriendo contar las sílabas de un verso bañado en alcohol y sueño.

Tú sabes de dónde vienes y yo lo testifico. Es tuyo este rumor de agua que nos acompaña en esférico paseo.

Los buenos poetas generan complicidades. Nos sentimos deudores de versos, amigos de sus pasos.

Y es bueno reconocer nuestra gratitud cuando la vida nos debe aún momentos de alegría. Y beber un  buen caldo —Priorat o Ribera— para pasar el botillo caliente de un poema, mar y montaña, con la edad ya cumplida y el agua en la memoria.

Sabes de dónde vienes y cuál es tu sitio. Yo te abrazo, hermano, y brindo contigo.

Tenemos la misma patria de viento y niebla que alberga a los poetas y los sueños.

  

                                  

 (Cuando aún pensaba que era poeta, con un sólo libro editado y la ilusión, la fe aún intactas, aprovechando que el Pisuerga se confundía con el Ebro, me pasé una tarde por la Rovira i Virgili de Tarragona para conocer a Leopoldo de Luis que presentaba un librito de sonetos escrito por él y el joven poeta Ramón García Mateos. Yo estaba trabajando en el trasvase del Ebro y tenía el cuartel general en Vinyols. Era el año 1986.

Desde entonces guardo como oro en paño aquel ejemplar de De una eterna voz, dedicado por ambos. Desde entonces sigo la trayectoria de Ramón, sabedor de su inmensa calidad y tengo la suerte de haber compartido algún momento a solas con él.

—Aún tenemos pendiente una tarde de botillo con otros poetas amigos que el  malhadado COVID ha postergado—.

Ramón, como todos los grandes poetas, es sencillamente humano y cercano. Cuando Juan López-Carrillo me propuso participar en este homenaje en vida que sus amigos le preparaban con motivo de su jubilación, me sentí halagado y comencé a gestar el poema Rumor de agua redonda, intentando estar a la altura que merecen su genio y su amistad.)

 
(Sabadell, mayo, 2021)

 

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