En estos tiempo de exrtrañamiento, uno va leyendo libros acumulados que solo hojeó en su momento, relee algunos otros y se propone, sin mucha convición, escribir alguna de las cosas que debió haber escrito y que quizá no escribirá nunca. Y siente en su piel el desánimo y la impotencia porque ningún confinamiento, ni siquiera una vida entera, alcanza para tanto. No queda otra que resignarse y aceptar lo inevitable disfrutando, mientras se pueda, de todo lo bailado y de las lecturas de los grandes escritores que dejan su presencia en el poema y de otros que no se asoman pero, sin duda, son también enormes juntadores de palabras.
I
Confieso que he vivido, que viví para contarla;
que he contado los pasos de la arboleda perdida en
mi país inventado;
como pez en el agua tomé greguerías de automoribundia;
pedí permiso para vivir en la casa del olvido antes
del fin, ensayé
autobiografías en un armario lleno de sombras con el
peso de la paja;
desde la última vuelta del camino dibujé mapas como
un espía
porque escribir es vivir siete vidas y media de
recuerdos y olvidos,
es forjar un rebelde a fuerza de memorias.
II
Por campos de Castilla qué cántico y clamor el
hombre acecha,
dios deseado y deseante, qué espadas como labios,
qué hijos de la ira en la casa encendida,
qué libertad bajo palabra donde habite el olvido,
rumor de agua redonda, desolación y vuelo,
ensayo de una despedida en círculos de viento,
diván del Tamariz o residencia en la tierra,
la semilla del óxido, trilce, altazor, orento,
ancia,
la voz a ti debida, cuarzo azul en cuarto de mala
música.
palabra sobre palabra… Palabras…
Palabras. Más que palabras:
Palabras…
III
Confieso que he escuchado y escucho todavía
con
los ojos a los muertos,
escudriño el libro de arena del bibliotecario ciego,
me siento, como él, deudor de lo que leo,
porque en un
libro abierto está abierta la
vida
está España a un lado, al otro América
y el mar está debajo del puente de las letras.
Confieso que he leído por saldar una deuda
de vida con el tiempo, que pertenezco a mundos
infinitos
de innumerables páginas, de inabarcables vidas
que en soledad me buscan y en soledad me matan.
Jesús, confieso que leerte es un privilegio. Te felicito por tu brillantez literaria. 👏👏👏
ResponderEliminarGracias, Francisco. Todo es fruto de muchas lecturas. No todas las que quisiera, pero...
EliminarGenial. Todo un placer recorrer tus letras.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga valenciana. El placer es mío.
EliminarLa musicalidad y la armonía que imprimen tus palabras, son un gran comienzo para este nuevo día.
ResponderEliminarGracias, María. Con lectoras como tú da gusto escribir.
EliminarLeo tus escritos con curiosidad, da igual prosa o poesía. En ellos hay un mundo de palabras, un mundo de bibliotecas, magicas, elocuentes y descriptivas, y yo me pierdo con interés en ese universo.
ResponderEliminarMil gracias, Auri. Como he dicho enotra respuesta, todo es consecuencia de las sucesivas lecturas. A escribir se aprende leyendo. Y consultando dudas en los cauces adecuados, claro. El acervo de las palabras se enriquece con el tiempo. Y a colocarlas en el lugar preciso se aprende con la práctica, correcciones y mucho material destruido. Y nunca se acaba de aprender ni se consigue dominar la escritura.
EliminarHas hecho un buen repaso de todas tus lectura, esa que te han convertido en el brillante poeta que hoy eres.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo, Juan. No es exhaustivo, pero sí rpresentativo. Aquí hay lecturas más cercanas: https://los52golpes.com/2018/jesus-andres-pico/102/epistolario-de-amelia-50.
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